Tus clientes ya no quieren que le vendas. Ellos ya saben dónde comprar y a quién consultar sobre los productos que necesitan. Comparten todos los días en Facebook comentarios sobre servicios y marcas. Están sobre-saturados de información: 370.000 nuevos usuarios se registran cada día en Twiiter y se publican un promedio de 90 millones de tweets diarios.
Sin dudas este mapa representa un triple desafío para todas los que trabajamos en marketing: ¿Cómo ser distintos, originales y cautivadores?
Algunas marcas están apostando a algo distinto y dejaron de ofrecer productos y para ofrecer experiencias. Es decir, dejan de lado todos los argumentos racionales y apelan a la emoción, a lo subjetivo y a la memoria.
El Ipad quizás es el mejor ejemplo en estos días. Un producto sobre el que todavía se discute sobre su funcionalidad, sobre el plus sobre otros productos, sobre su sentido. Estos aspectos dejaron de importarle al usuario final.
El cliente quiere tocar su pantalla, desplazar su inteface sintiendo que todo funciona según la fuerza que le aplique desde sus dedos. Y las campañas de publicidad lo convierten en un objeto de deseo, en un fetiche, sin importar tanto su funcionalidad como la experiencia de interactuar con esa pequeña placa de aluminio.
Las redes sociales también. Se originaron para «estar conectados» y luego, los usuarios encontraron otras funcionalidades. Y las aplicaciones se hicieron infintas hasta el punto en que todos los principales medios del mundo, van integrándose con Facebook y Twitter. Se van «socializando», «crean comunidades», vuelven al lector y redefinen sus estrategias comerciales.
Cada post en un blog, cada tweet, cada comentario, potencian el desafío de llegar a los clientes, pero al mismo tiempo nos ofrecen más información sobre ellos. «Estamos aquí – dicen- esperando que me sorprendas«.
